I
Caía la tarde en la playa y Gabriel hoy no tenía muchos deseos de perderse en el mar, sufría de la melancolía que no mencionaba más que para llamar a su velero, pero eso no se lo dijo a Jacinto, aunque él, claro, lo notó. Compró una botella de vino tinto y lo invitó a la mesa del barco. El viejo lo aceptó sin mencionarle que para él era casi un honor bajar por las escaleras de la embarcación. Le pareció mejor callarlo y descender despacio, como empezando a descubrir el tesoro que guardaba El pescador desde mucho tiempo atrás.
II.
Cae la tarde en la playa y Gabriel hoy no tiene muchos deseos de perderse en el mar, sufre de la melancolía que no menciona más que para llamar a su velero, pero eso no se lo dice a Jacinto, aunque él, claro, lo nota. Compra una botella de vino tinto y lo invita a la mesa del barco. El viejo lo acepta sin mencionarle que para él es casi un honor bajar por las escaleras de la embarcación. Le parece mejor callarlo y descender despacio, como empezando a descubrir el tesoro que guarda El pescador desde mucho tiempo atrás.
III.
Caerá la tarde en la playa y Gabriel hoy no tendrá muchos deseos de perderse en el mar, sufrirá de la melancolía que no menciona más que para llamar a su velero, pero eso no se lo dirá a Jacinto, aunque él, claro, lo notará. Comprará una botella de vino tinto y lo invitará a la mesa del barco. El viejo lo aceptará sin mencionarle que para él es casi un honor bajar por las escaleras de la embarcación. Le parecerá mejor callarlo y descender despacio, como empezando a descubrir el tesoro que guarda El pescador desde mucho tiempo atrás.
viernes, 5 de marzo de 2010
"Está el tiempo..."
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